jueves, 22 de febrero de 2018

El rosa ya no es de niñas

A mi pequeña.

Alguien dijo algún día, las niñas deben vestir de rosa y los niños de azul. Las niñas deben jugar con muñecas los niños con coches. Y desde entonces la sociedad tan original en la que tenemos el gusto de formar parte, y como otras tantas veces, ha llevado al pie de la letra estas palabras.
Pero... ¿Tanto miedo nos da la libertad, que tenemos la obsesión de etiquetar lo diferente para volverlo común? ¿Y si lo que siempre nos han inculcado, no es más que una forma de control?
Imagina lo que hace el perro pastor con el rebaño...

***La niña***

Y entonces esa niña dulce, educada y hermosa que soñaba con ser una gran princesa y tener un grandioso castillo, con ser rescatada de lo alto de la torre por el príncipe, se dio cuenta de que no quería ser princesa. Ella quería ser superheroína. Que no quería estar esperando a un hombre encerrada en un castillo, que no quería vestir incómodos vestidos, ni altos tacones que solo dan dolor de pies. No quería cuidar día y noche su aspecto para después vivir dependiendo del príncipe azul, que casi con toda certeza de azul no tendría ni el nombre.
¿Porqué no jugar a los superhéroes? Estos son capaces de todo con su fuerza y su valor, luchan contra el mal y cuando caen se levantan aún con más ganas. Los héroes luchan por sus ideales y por un mundo mejor, cómodos con sus capas y trajes especiales.

Y entonces la superheroína luchó contra el mundo y se hizo fuerte e independiente, enseñó al mundo y dejó que el mundo la enseñara... Y sin esperarlo un día llegó a un hermoso castillo y en lo alto de la torre más alta encontró al príncipe encerrado. Y le salvó.
Y ambos viajaron por todo el mundo. Nunca comieron perdices y no siempre tuvieron buenos momentos, pero fueron felices. De verdad.