miércoles, 25 de noviembre de 2020

EXTREMOS. 25N

 

Me hace mucha gracia cuando la gente hoy en día “discute” por el feminismo, sin pararse a pensar o plantearse lo que significa. Me hace gracia cuando hay personas que intentan desacreditar el feminismo (¿Por miedo? No sé) diciendo que se nos está yendo de las manos, que se está volviendo incoherente o agresivo... Me hace gracia porque déjame plantearte algo... ¿Desde cuando existen los extremos? Desde siempre. Y nunca han sido buenos. El feminismo, como todo movimiento tiene puntos de vista diferentes, controversia de opiniones y extremos, pero ahora y siempre... ¿O es que por ejemplo las aficiones de los equipos de fútbol no tienen grupos radicales? ¿Pero sabes lo que sí se está volviendo el feminismo?... Más fuerte. Y eso asusta... No dejes que te engañen... No les amenazamos a ellos, amenazamos a sus privilegios.

Yo creo en el feminismo, sí, y creo en el cambio y sueño con ese futuro en el que todos seamos personas. Y nada más. Porque mientras mujeres sigan siendo maltratadas, humilladas, agredidas, asesinadas, violadas... por hombres. Mientras tenga esa presión en el pecho y los nervios de punta mientras camino sola de noche a mi casa o mientras espero que mi amiga o hermana me escriba para decirme que ha llegado bien. Mientras nos acosen ya sea físicamente, o por redes... mientras nos juzguen por como vestir, como comportarnos, como sentirnos, a quién amar... y un largo y doloroso etcétera... YO SEGUIRÉ LUCHANDO.



jueves, 19 de diciembre de 2019

La batalla final



El paisaje en el campo de batalla era desolador. La niebla se había comenzado a levantar ocultando a los que habían caído, pero ella sabía que los cuerpos inertes seguían ahí. Los Sueños habían muerto de una flecha en el corazón. Las Ilusiones habían seguido su mismo camino... Y la Esperanza aunque la última en perecer, había fallecido bajo una estocada mortal, igual que el resto del ejercito.
Ella estaba herida, por supuesto, notaba como los cortes sangraban, los brazos y las piernas le temblaban por el sobre esfuerzo, pero al menos se había llevado a unos cuantos a su paso.
Había luchado con todas sus fuerzas, todas lo habían hecho y por fin había conseguido llegar hasta él. Hasta el uno contra uno,
Por fin, después de tantas escusas le tenía ahí delante. Siempre había sabido que cuando llegara el momento iba a estar asustada, pues él tenía un aspecto demasiado aterrador, pero nunca se habría imaginado que ella misma estaría tan decidida a terminar con él. La espada que sostenía en sus manos brillaba con fuerza impulsada por esa determinación. Ahora que podía mirarle a los ojos, a esas cuencas vacías y oscuras que no reflejaban otra cosa que dolor y  pena, ahora que había llegado tan lejos y que había sacrificado tanto, no podía echarse atrás. Solamente podía sobrevivir uno y ella no estaba dispuesta a perder.
Justo en ese momento, notó una mano cálida y conocida caer sobre su hombro y recordó que no estaba sola, que después de la batalla habría alguien ahí para recoger sus trozos, curar a los heridos y recordar su hazaña. Tenía que vencer por esas personas que confiaban en ella, pero sobre todo tenía que vencer por ella misma.

Solo ella podía terminar con todo esto.

Y entonces, tras coger una profunda bocanada de aire, se abalanzó sobre él con un grito de furia y desesperación tan lleno de poder, que por primera vez le hizo temblar.

Y lucharon a muerte.

Y le ganó la batalla.

Y por fin, venció al miedo.

@mystify **Historia inspirada en todas esas personas que deciden enfrentarse a sus miedos, coger el toro por los cuernos, las decisiones pueden ser dificiles pero si no las tomamos nunca podremos saber el resultado ni aprender por el camino**














sábado, 26 de mayo de 2018

¿Cobardes?

Esconderse de la lluvia es como intentar convencerme de que no te pienso más de lo que algún día admitiré, un acto cobarde y frustrante.
Es como intentar ser como el resto, sabiendo que ya no te ilusionan las mismas cosas, que prefieres noches de peliculas a medias dónde tus piernas amanecen enredadas en otro cuerpo, noches de palabras sin sentido, de anecdotas que jamás contarías... todo eso antes que mañanas de resaca o restos de labios que no recuerdas.
Esconderse de la lluvia es como ver como alza su mano y rompe algo más que su labio y no poder hacer nada mientras al corazón le salen moratones.
Como ver a ese cobarde que se cree más fuerte aplastando a alguien a quien nunca podrá superar... aunque no lo sepa.

Pero al final, como de la lluvia, todos nos escondemos temiendo un resfriado, o porque nos han dicho que la lluvia hace daño, aunque sea calida como las lagrimas y alivie esa "tenazón" que te consume las entrañas.
Porque es más facil llegar secos, peinados y perfectos escondiendo bajo capas de maquillaje o zapatos y corbata lo que la almohada sabe aunque siempre calle. Es más facil dejar que el miedo domine la situación,

Yo en cambio me alabo de valiente, calada hasta los huesos, siendo el centro de miradas confusas,
caminando bajo la lluvia, porque al menos esa sensación engaña al alma y me sienta menos cobarde...


domingo, 18 de marzo de 2018

Lo que no se olvida.


Y entonces el pequeño hilo que los unía que poco a poco se había ido estirando soportando sol, lluvia y tormentas se rompió en mil pedazos mandando unas pequeñas ondas expansivas que a medida que se aproximaban al otro extremo del hilo iban cogiendo fuerzas hasta estallar contra su pecho. El golpe fue tan fuerte que durante las primeras semanas no sintió absolutamente nada. Era como si la rutina nunca hubiera cambiado, excepto que las noches ya no eran noches, ni los días eran días, todo era gris y las cuencas, antes de río ahora habían pasado a océano.

Y entonces de repente en un día soleado de esos en los que la gente sale a pasear los niños corren por el parque y las palomas cubren la acera, sintió el pinchazo del vacío. Y lloró y chilló y pataleó, aunque de sus ojos no calló ni una sola lágrima ni de sus labios un leve sonido. 

Dolía, dolía demasiado. Como duelen los sueños rotos, las promesas incumplidas y la espera de un futuro que sabes que nunca se podrá cumplir. 

Pero los meses pasan y como dijo un sabio “el tiempo, amigo del hombre, todo lo deja atrás”. 

Y tanto que lo dejó. Y los sueños volvieron y las promesas dejaron de importar, el aquí y el ahora fue la ley, y dejó de esperar al futuro. Y ocurrió al revés, el futuro esperó por ella. 
Por su amplia sonrisa.

Y luego volvieron las manos que tendían hilos, y los nudos que intentaban unirlos. Y los recuerdos imporrables, y más nudos que intentaban unir los extremos y borrar los recuerdos.

Intentaban...porque hay cosas que nunca se olvidan.

martes, 6 de marzo de 2018

Ven conmigo.


Capitulo 2.

El frío helador del asfalto de cemento se colaba poco a poco a través de las desvencijadas ropas, ya demasiado rasgadas y sucias por el uso, que cubrían su delgado cuerpo. Solo el cartón y la manta vieja con la que se arropaba conseguían mitigar a duras penas el afilado viento nocturno. Las luces de las farolas y el ruido incansable de los coches pasando a su lado, era ya una visión y una melodía a la que estaba absolutamente acostumbrado.

Se encogió más bajo la manta mientras en su mente, como si de una película se tratase, recuerdos de un pasado mejor. Un pasado en el que la divina vitalidad propia de la juventud no había hecho otra cosa que colmar su corazón de sueños y deseos. Un pasado, donde estos sueños se habían visto truncados con demasiada facilidad.

Muchos de los que pasaban por su lado le ignoraban, otros fingían no verle, otros vivían tan deprisa que no se paraban a ver las maravillas de aquello que lucía a su alrededor y posiblemente cuando se dieran cuenta de este pequeño detalle sería, ya, demasiado tarde para todos ellos. Realmente solo unos pocos, demasiado escasos, le miraban y contribuían a mejorar su pobreza donándole unas pocas monedas o algo con lo que alimentarse, sin imaginarse lo agradecido que él se sentía con ese mínimo gesto.

¿Cuántos de ellos desaprovechan sus vidas? Se preguntaba constantemente mirando el ir y venir incesante de personas. ¿Cuántos de ellos daban el verdadero valor a las pequeñas y simples cosas con las que conviven día a día? Y no pensaba en cosas materiales, ni en dinero, ni en casas, ni en lujos, ni siquiera en un reloj pendiendo de su muñeca. Él se conformaría con palabras bonitas, con algo tan simple y fácil como una sonrisa impregnada de cariño, con un brillo especial en los ojos. Incluso alguien con quién discutir por la cualquier cosa y después reconciliarse de nuevo. Algo. Cualquier cosa más allá de su soledad. De esa inhumana soledad que le oprimía el corazón.

"Realmente suena paradójico", se decía, "estoy solo rodeado de personas"

Deseaba tanto que alguien le hiciera compañía. Él mismo se sorprendía del valor que le veía ahora a cosas que nunca antes había pensado que pudieran valer.

Había perdido tantas esperanzas ya, que no se sobresaltó cuando la vio aparecer por la esquina haciendo resonar sus tacones contra el suelo.
Era la mujer más bella que había visto en toda su vida. Ataviada con un elegante vestido negro de terciopelo largo hasta las rodillas, y unos suaves guantes cubriendo sus finas manos hasta los codos. Ella se acercó a pocos metros de él y le sonrió con dulzura, ese gesto que tanto había anhelado.
-Ven conmigo- Le dijo ella, con una voz suave y firme, envolvente.
Y él que tanto había sufrido, cerró los ojos con una sonrisa satisfecha y se dejó ir sin pensar en las consecuencias.



-¿Vas a desayunar otra vez Robin?- le preguntó Agatha a su compañero cuando este volvía de la pastelería a la que se había lanzado casi con el coche patrulla en marcha. Era la tercera vez en algo más de dos horas que Robin la hacía parar enfrente de algún establecimiento, para sucumbir a la gula y el hambre.

-¿Qué quieres que haga?- se dijo este, montando en el coche patrulla con una pequeña bolsa de papel entre las manos- Cuando me aburro me entra hambre y hoy la ciudad está demasiado tranquila- se quejó el hombre y sacó un donut rodeado de chocolate de la bolsa de papel y se lo llevaba a la boca masticándolo con ansia.
Justo en ese momento una voz chilló por la radio del coche patrulla anunciando que los necesitaban en otra parte.

Cuando llegaron al lugar indicado ya estaba a reventar de espectadores curiosos y de otros compañeros.

-¿Qué ha pasado?- preguntó Robin al primer policía que se encontró cuando cruzó la cinta  de plástico que delimitaba el perímetro.

-Un mendigo ha fallecido- indicó este- pero tiene la marca-.
-¿Sabemos quién o qué lo mató?- preguntó Robin extrañado.

Pero Agatha ya sabía cuál había sido la causa de la muerte.

-La indiferencia lo mató- comentó con aire ausente mientras contemplaba la débil sonrisa que se había quedado colgada de los labios de aquel pobre hombre, en lo que con total certeza había sido su último aliento.

jueves, 22 de febrero de 2018

El rosa ya no es de niñas

A mi pequeña.

Alguien dijo algún día, las niñas deben vestir de rosa y los niños de azul. Las niñas deben jugar con muñecas los niños con coches. Y desde entonces la sociedad tan original en la que tenemos el gusto de formar parte, y como otras tantas veces, ha llevado al pie de la letra estas palabras.
Pero... ¿Tanto miedo nos da la libertad, que tenemos la obsesión de etiquetar lo diferente para volverlo común? ¿Y si lo que siempre nos han inculcado, no es más que una forma de control?
Imagina lo que hace el perro pastor con el rebaño...

***La niña***

Y entonces esa niña dulce, educada y hermosa que soñaba con ser una gran princesa y tener un grandioso castillo, con ser rescatada de lo alto de la torre por el príncipe, se dio cuenta de que no quería ser princesa. Ella quería ser superheroína. Que no quería estar esperando a un hombre encerrada en un castillo, que no quería vestir incómodos vestidos, ni altos tacones que solo dan dolor de pies. No quería cuidar día y noche su aspecto para después vivir dependiendo del príncipe azul, que casi con toda certeza de azul no tendría ni el nombre.
¿Porqué no jugar a los superhéroes? Estos son capaces de todo con su fuerza y su valor, luchan contra el mal y cuando caen se levantan aún con más ganas. Los héroes luchan por sus ideales y por un mundo mejor, cómodos con sus capas y trajes especiales.

Y entonces la superheroína luchó contra el mundo y se hizo fuerte e independiente, enseñó al mundo y dejó que el mundo la enseñara... Y sin esperarlo un día llegó a un hermoso castillo y en lo alto de la torre más alta encontró al príncipe encerrado. Y le salvó.
Y ambos viajaron por todo el mundo. Nunca comieron perdices y no siempre tuvieron buenos momentos, pero fueron felices. De verdad.